No hay nada más enriquecedor en nuestras vidas que disfrutar de la biodiversidad a la que pertenecemos, disfrutar de los elementos, ya sea mediante el tiempo libre o el laboral, estableciendo un diálogo con la tierra, el agua, el aire y el fuego (en nuestro caso de este sol abrasador). Un diálogo que vaya nutriéndonos y ayudando a nuestro desarrollo.
Gracias a la “Agroecología” hemos caminado hacia la “Agroterapia”, y es Bona Gent APDI y su Alquería , la que nos brinda este gran punto de encuentro y reencuentro.
Cuando hablamos de “Agroterapia” hablamos desde esta reflexión . La persona que sale, aunque de manera temporal, de la artificiosidad de la sociedad (que en cierta manera la discapacita) y busca conectar con la naturaleza, sufre unos cambios que le resintonizan con el medio y consigo misma. Al trabajar la tierra nos avocamos a una recapacitación. Nuestro cuerpo (dentro de sus limitaciones) tiene que aprender a andar de nuevo, siempre un pie detrás del otro, a agacharse como un jinete para trabajar los caballones, a desarrollar una mirada analítica, crítica y propositiva, a utilizar sus manos y su cuerpo como una herramienta que sirva para labrar un futuro repleto de variantes, factores y oportunidades.
Con el tiempo la sensación de tener un nuevo cordón umbilical va creciendo y alimentándonos. Entendemos entonces que vivimos en simbiosis, que nos enriquecemos con la diversidad tanto a nivel biológico como social, y tanto en entornos naturales como sociales, dado que cuanta más diversidad hay en un sistema, más rico y saludable es.